El primer colonialismo, dueño de Kenya, fue el portugués y la ciudad más próspera Melindi fundada en el siglo X, siendo la costa de Kenya escenario del desarrollo de una rica cultura árabe africana. “la cultura Zandj de África Oriental” que los portugueses destruyeron a cañonazos en el siglo XVI. Cuando fueron obligados a retirarse en 1698, los lusitanos no habían dejado otra cosa que algunos fuertes abandonados, la ruina económica y el campo abierto para la continuación del tráfico de esclavos y de marfil, dirigidos por mercaderes Shirazis de Zanzíbar.

El nombre Mau Mau, con el que se conocía a los rebeldes, no era el que ellos se daban. Usaban otros como Muigi (“El movimiento”), Muigwithania (“El entendedor”), Mumawa Uiguano (“El juramento de unidad”) o, simplemente, “EL KCA”, desde la creación de la Asociación Central KIKUYU (Kikuyu Central Association) poco después del inicio de la revuelta. Los veteranos del movimiento independentista se refieren a sí mismos como resistentes. La prensa británica los destrozó y aún más el cine, como es costumbre en ese tipo de “revueltas”.
Lideraba el movimiento, caracterizado precisamente por su movilidad que hacía aparecer a sus “maquis”, en el momento más decisivo de un combate, como caídos del cielo. Los movilizaban sus piernas delgadas y largas. Los británicos llegaron a emplear una fuerza bien pertrechada, con oficiales blancos del ejército de Su Majestad, de más de 50.000 hombres (blancos y de las colonias), mercenarios, etc… carros de combate y aviación, dirigidos por el General Sir George Erskine, quien triunfó militarmente pero de hecho perdió la partida frente ante una fuerza “guerrillera” de apenas unos 2.000 kenyatas mal armados, pero respaldados por el pueblo de Kenya y algunos etíopes y sudaneses para el paso de los escasos fusiles Mauser con que contaban.
Todos, con excepción de los colonos blancos muchos de ellos armados, tras las empalizadas de inmensas granjas. Algo muy parecido a Sudáfrica, sangriento de parte y parte. . Dirigió el “maquis” Jomo Kenyata, nombre de la guerra que significa “Dardo flameante de Kenya”. Apresado y conducido a una solitaria prisión en Inglaterra, en situación similar a la de Nelson Mandela en Sudáfrica-con grilletes en pies y manos e incomunicado del exterior-. Sólo conservó la esperanza en un milagro.
Los herederos de Jomo Kenyata, son sobre todo los atletas
Cuando los corredores kenyatas hicieron su aparición en el cross internacional hace 30 años, algún cronista deportivo pretendió ver su maestría en el hecho de que viven y se entrenan en los caminos de sus altas montañas, frente al Volcán Kenya (5. 100m) y los reportajes de TV apoyaban también esa como única razón. Nosotros los vimos todos los años en el Cross Internacional de Lasarte (Euskadi). Pero muchos reporteros europeos han olvidado quizás la historia reciente y otros muchos factores geográficos y sociológicos a la hora de explicar por qué en el pelotón de cabeza del maratón o cross country local siempre figura un kenyata. Hoy vamos a revisar, por primera vez, el fenómeno. Otro día examinaremos otras facetas del mismo...

La etnia Nandi ha dado últimamente nombres famosos. Elud Kipoech plata en los 5.000 metros en Pekín es el último ejemplo, ya citado. También de la etnia Kisii, de fémur largo.
Los atletas kenyatas también suben al podio en toda América
Es difícil seguir individualmente a los keniata, de forma que. Un estudio deportivo sobre ellos se hace casi imposible, como le ha ocurre a este reportaje. Es más fácil referirse a ellos por etnias, por ejemplo, y decir que son de la familia “Nandi” es decir de fémur largo mencionar factores geográficos que seguir con el tema generalizando con vaguedades.
Eso hacían al pronosticar la victoria de etíope o un marroquí hace 25 años, los más doctos de los países organizadores de grandes eventos de maratón o pruebas de fondo, pero-como decimos-eso ya no es posible porque los atletas kenyatas están por todas partes y se mueven ágilmente para presentarse en todas esas pruebas.
Vivir y triunfar fuera de casa ha sido difícil para ellos aunque les ayudó siempre en su diáspora el hecho de ser por lo menos bilingües, pues como lengua secundaria, en Kenya se estudia el inglés. En sus Memorias, Yomo Kenyata, el padre de la patria animaba a los guerrillero del “Muigi” (El movimiento y en especial a los kikuyu, a no quemar las bibliotecas y más bien a captar el idioma de los británicos para mejor combatirlos. Y ya cuando ese periodo acabó, la tradición bilingüe les ha ayudado mucho, lo mismo que en Sudáfrica a los hombres de Nelson Mandela.
Pero para no diversificarnos y salir por el atajo lingüístico, vayamos a la competición con ejemplos sueltos, empezando por los kenyatas en la América Latina.
Y a veces el reportar sobre ellos, en pruebas celebradas en México, es cada cada vez más complicado porque hay demasiadas categorías en cada evento y se nombra al vencedor absoluto y luego por edades. Resumiremos un poco diciendo que entre los cinco primeros de cada una de esas categorías suele haber dos atletas originarios de Kenya, excepto en "Veteranos" y "Veteranos plus" (en que nunca aparecen). Lo mismo ocurre en la categoría “fenebnil“, como dicen los mexicanos, en ellas han debido también tomar el relevo porque sus nombres son famosos. Eso ocurrió el pasado mes de julio en Guadalajara, Ciudad de México, Monterrey y Tijuana, en que hubo mediamaratones no olímpicas.
En Tijuana, por ejemplo, los kenyatas barrieron. Se impusieron Christopher Kipyego quien les dio un disgusto, al ganar al sprint a la promesa local Carlos Cordero. En la prueba de 30-34 años, se impuso con gran ventaja Joseph Koech y en damas Losiarat Chemarena y lo mismo en la de 35-39 años, con Ann Welagat . Y no mencionamos sino dos categorías. Pero lo más destacable, es que son nombres nuevos y de gente muy joven. Que suman a los ya famoso y ya veterano Paul Tergat, de la etnia nandi, fémur largo explusmarquista mundial y en posesión de dos platas olímpicas, gran rival del etíope Hailegebrselassie.
En Medellín (Colombia), otros nombres, mismas etnias, Julius Kimpyego Setter y Olga Kimaiyo, coparon los primeros puestos, imponiéndose a los locales que vieron a su ídolo Diego Colorado, que se tuvo que conformar con un tercer puesto, siendo segundo otro kenyata, Emmanuelk Mnangat en el XV Maratón de esa ciudad. Aquí para satisfacción de todos ellos, las mujeres kenyatas confirmaron entierra americana que ya han tomando el relevo con Olga Kimaiyo, , Genoveva Jelagat y Lucy Njerymuhovi, que “le latió en la cueva”, como dicen por aquí, a la rusa Lidia Grigorieva, que todavía detenta el récord de la prueba. Participaron en Medellín en buena armonía, atletas africanos y latinoamericanos ante 15. 231 espectadores que no lograron superar los 17 mil de la misma prueba en el 2008. Pero el tiempo húmedo y lluvioso no les afectó como antes del 2000 a los kenyatas.

En las explicaciones teórico-físicas de la ciencia no explican el fenómeno kenyata
Volviendo al entrenamiento en terrenos de altitud del principio de este reportaje es cierto que estos permiten una mayor oxigenación de la sangre. Pero hoy en día en que los atletas cuentan generalmente con dinero de algún estado o de alguna federación o universidad, que “apuesta” por ellos y les brinda alguna ayuda económica, se sabe que tanto corredores de fondo soviéticos, norteamericanos y franceses pasan largos períodos en la montaña. Los galos en Font-Romeu, por ejemplo.
Ya en fecha más reciente el atleta kenyata, Samuel Wanjiru de 21 años se adueñó de la prueba dorada de Pekín con una marca de 2h 6m 32s, dejando atrás al famoso marroquí Gharib. Samuel Wanjiru le dio a Kenya, con record incluido, su primera medalla de oro en un maratón olímpico con una victoria trabajada desde la salida en plaza de Tiananmen y rematada con un ataque a cuatro kilómetros de la meta, irresistible para el marroquí doble campeón mundial Jaoud Gharib.
En su segundo año como corredor de maratón, digamos que Wanjiru no se ha entrenado nunca en Kenya, porque reside en Fukuoka (Japón), y es discípulo de Koichoi Morishita, subcampeón en Barcelona 1992. Se presentó en cabeza, impensadamente, en la puerta del estadio Nacional de Pekín con un tiempo que ya pulverizaba la anterior plusmarca olímpica que el portugués Carlos Lopes (2h9m21s) había establecido en Los Ángeles 1984. Su mánager no ha estado nunca en Kenya y se guía por esquemas netamente orientales, no africanos.
Kenya una de las dos superpotencias del atletismo de fondo junto con Etiopía, no había conseguido hasta ahora más que dos medallas de plata en el maratón olímpico masculino. Hoy Wanjiru ha logrado romper el maleficio.
La pregunta, pues, subsiste incontestada. Nadie se explica como los nativos de un país algo mayor que España no muy densamente poblado (20 millones de habitantes) y un alto porcentaje inquietante de seropositivos, una economía en ruinas y una lucha permanente contra el hambre haya dado tantas medallas de oro y plata en sucesivas olimpiadas para poner a Kenya en el pódium del atletismo mundial y el país en el mapamundi.
Hay respuestas diferentes para casi todas las incógnitas, pero...
Las hay geográficas: los grandes campeones, con excepciones como las citadas, proceden de la Kenya “útil”, de las grandes mesetas (Highland y Rift Valley), una región que cubre la cuarta parte de la superficie del país en que el clima es ideal para el atletismo (de 12º a 25º C) y el atleta puede entrenar (sea agricultor o pastor) los 365 días del año a gran altura, desde niños. Desde temprana edad no les enseñan a andar sino a correr. Es un país que parece siempre tener prisa. Sin embargo la esperanza de vida es sólo de 58 años (malaria, SIDA y tuberculosis) y la mortandad infantil llega al 8, 2%. Y hay un 45% de analfabetos y un obrero gana 120 dólares al mes, por lo que se explica que el oficio soñado sea el de atleta internacional...
Las hay sociológicas: la popularidad del atletismo desde los días del primer presidente de Kenya, Jomo Kenyatta, de la tribu de los Kikuyu-como hemos dicho- que hacía footing a diario hasta 1931, en que fue a estudiar antropología y economía a Londres. Solía decir que la única temporada en que (desde niño) no pudo hacer ejercicio y menos correr fue aquella (1953) en que estuvo prisionero de los ingleses encadenado de pies y manos al ser derrotados los suyos al final del levantamiento de los Mau-Mau.
En este reportaje un estudio del país más pobre de África que tiene sólo una salida para los jóvenes: la maratón
Pero dio la sorpresa a los ingleses y no en una prueba atlética. Ocurrió cuando estando preso en Inglaterra se convirtió en Primer Ministro de Kenya (1963-1964) por la vía del voto, en las primeras elecciones libres celebradas en la historia del país controladas por las naciones unidas. Fue él quien sacó al país del largo dominio colonial y se dedicó después a escribir libros sobre su patria, obras fascinantes, sobre todo “Facing Mount Kenya” (Frente al Monte Kenya). Y dejó el atletismo pero supo transmitirlo a la juventud. Aunque no brilló como presidente por su falta absoluta de experiencia, en un país que apenas salía de un colonialismo de siglos y que tenía que aprender todo, excepto a correr. Los problemas económico-sociales son, como en casi toda África, colosales. Las exportaciones sólo suman los mil quinientos millones de dólares y las importaciones casi el doble. Hay un médico cada 10. 00 habitantes. Y la deuda externa (cifra del año 2. 000) era de 4. 660 millones de dólares.

Dejando lo político y médico, y recomenzando lo deportivo
Naturalmente no todo el mundo se cree lo que hemos contando respecto a los atletas kenyatas: recientemente a pedido de varias instituciones deportivas internacionales y medios informáticos se llevó a cabo un estudio realizado conjuntamente por el Departamento de Ejercicio y Ciencias del Deporte de Kenya y el Instituto de Ciencias Biomédicas y de la Vida, de Glasgow, encabezados por el consagrado investigador D. O. Onywersa, en torno a la dieta de los atletas kenyatas.
Se trata en el fondo de despejar una incógnita etno-deportiva; si todos son africanos, si las pequeñas peculiaridades o diferencias físicas son irrelevantes a la hora de subir al pódium, si no hay propiamente disparidades sociales (de riqueza, educación, etc. . ), si las diferencias no estriban en que unos se entrenan a 2. 000 m. de altura y otros al nivel del mar, si… y entonces se realizó el estudio que estamos revisando. Los kenyatas le hubieran vuelto loco a Himmler, ¿por qué ganan aunque pertenezcan a 40 etnias distintas?. Este estudio era la última cadena no de una incógnita como hemos dicho sino de un enigma digno de Sherlock Holmes.
Se prestaron como “cobayas humanos” diez de los mejores atletas kenyatas de alto nivel, concentrados en un centro de entrenamiento a la altitud normal de cualquier instalación de ese tipo en Europa. Los atletas se comprometieron a no ingerir alimentos, incluidas bebidas, medicamentos o drogas ajenas a lo prescrito durante ese test que duró una semana. Todos lo concentrados pertenecían al mismo grupo étnico “kalenjin” (que abarca unos tres millones y medio de habitantes) que entre l987 y l997 vencieron en el 43% de las competiciones internacionales de fondo y medio fondo en la que intervinieron.
Los resultados del estudio examinados por los organizadores y otros alto personajes del deporte invitados, mostraron que los atletas comen sobre todo alimentos naturales de origen vegetal (pan, arroz, patatas hervidas, gachas de avena, coles, fríjoles y pasta de maíz), un filete de carne de ternera (nunca más de cuatro veces por semana y no más de cien gramos por filete) leche entera pasteurizada y té. El 77% de las calorías ingeridas provenían de los hidratos de carbono, el 12% de las grasas y el 11% de las proteínas. En total el 86% de la dieta era de origen vegetal y sólo el l3% de origen animal. El consumo de proteínas fue de l, 2 gramos por kilo de peso corporal.
Los atletas bebían algo más de una media de un litro de agua al día al que se sumaba algo más del litro de té . Llamó la atención de los investigadores el que durante la concentración, los kenyatas se entrenaron dos veces al día; la primera vez antes del desayuno (carreras de 10 a 15 kms a ritmo elevado (velocidad de l7 a 23 kms/kora y la segunda antes de la cena (carreras de 6 a 8 kms a ritmo más bien suave (velocidad de 10 a l4 kms/h). Durante el resto del día, descansaron, comieron o lavaron la ropa, aunque algunos de ellos corrían a veces fuera del control del mánager, para pasar simplemente el tiempo.

También tomó la palabra un periodista norteamericano para preguntar a alguno de los atletas si había oído, como cierta, la práctica de los atletas kenyatas de beber antes de cada prueba una pócima preparada con sangre de vaca y de oveja a la que se habían vertido las cenizas de unos tizones de leña que previamente se habían hecho arder. A la pócima se le añadía calabaza y algún otro ingrediente (sagrado?) no identificado. Tal pregunta causó hilaridad entre los kenyatas y un colega del que interrogaba dijo que algo de eso oyó él sobre los atletas cubanos en Seul, que lo habían consumido como ayuda tomado del vudú haitiano.
Pero volviendo a cosas serias, no hay duda que todo lo que los kenyatas ingirieron (hidratos de carbono de origen vegetal), además de proteínas, en cantidades muy moderadas (carne y leche), el todo, fue alimentación poco rica en grasas, menor que la de cualquier atleta no africano. No les era necesario recurrir a las drogas, lo cual estaba más que demostrado por los controles de ley, ni a las ayudas ergogénicas para obtener éxitos muy regulares en competiciones internacionales. Su alimentación se traduce por una menor utilización de amonio, tal vez debida también a que tienen mayores reservas de glúcidos y a características anatómicas particulares (menor masa muscular en las pantorrillas que favorece la oxigenación, etc…).
Todo eso fue publicado en la revista científica Internacional Journal of Sport Nutrition and Exercise Metabolism. Y prueba que los kenyatas son atletas de cuerpo (y mente enteros) examinados por ciertos medios occidentales, con lupa de mucho aumento fabricadas en laboratorios (con analistas un tanto racistas).
Si lo que plantea el Dr. Omu Anzala en nuestro epígrafe médico, se prueba plenamente y el enigma kenyata se convierte en vacuna contra el SIDA, los kenyatas serán bienhechores de la humanidad y en la raza elegida no para regir al mundo como los arios, sino para erradicar para siempre una lacra repugnante.
Hitler envidiaría ese honor para Mengele y sus doctores y hasta puede que condecorara colectivamente a los kenyatas con la Cruz de Hierro, para enviarlos después a todos a Auschwitz…¡por negros!.
El “Kenya Amateur Athletic Association” amalgama las diferencias tribales
Las promesas que vencen en competiciones locales se federan y entran a formar parte de la Asociación Atlética Amateur de Kenya o de otra forma similar en otro lugar del país. Esta los envía a los campeonatos de distrito, de provincias y luego a los campeonatos nacionales. En ellos se ventilan con sudor las diferencias étnicas y tribales, al parecer con éxito, en espera de mayores detalles de la violencia de hace ahora un año.
Por otro lado están los atletas “militares” que son reagrupados en el Campo de Cabarak y de lo castrense aprenden la disciplina, el manejo de las armas y el desminado. El atletismo está pues militarizado durante el periodo de caja y es casi el atletismo el único deporte del país como una asignatura importante de la milicia con el boxeo y el fútbol. Lamentablemente el presupuesto militar ocupa el l6% del presupuesto (por el l9% el de educación) y aumenta aunque no espectacularmente como en otros países cercanos. África se está pareciendo cada vez más a un campamento militar, por razones de sobra sabidas: el militarismo rampante del mundo, debido a las ambiciones de los señores de la guerra, de los grandes exportadores de armas, que son los grandes estados.
Las mujeres kenyatas también ascienden al podium liberador
Las mujeres tienen también más oportunidades que antaño, aunque se quejan y más ahora con la crisis En un país en que la familia ha tenido parecidas características a la inglesa por la tradición colonial, cuando una chica se casaba se puede decir que antes dejaba de dedicarse al deporte. Pero hoy es más fácil que forme hijos atletas y sea su mánager.
Muchos de los campeones, interrogados al respecto, han dicho que, efectivamente, su madre fue quien les dio las primeras nociones de atletismo cuando ellos daban sus primeros pasos. Es el caso de Pamela Jelimo, 18 años, mejor marca mundial de año, que en 800 metros en Pekín logró plata. Dijo que dedicaba el trofeo a su madre, su entrenadora, quien fue campeona de Kenya (200 y 400 metros), pero preparó a Pamela en fondo y semifondo.
Hay una tercera clase: la del pastor-militar-granjero como Paul Kpoch. Su esposa era atleta y encargada de la explotación de una granja militar. Las hay varias en el país, explotadas por matrimonios. Con excepción de Douglas Wakiihuri y Paul Ereng, retirados hoy en Japón y Estados Unidos, como entrenadores, los grandes campeones se suelen quedar en el país. Pero algunos se van y hasta cambian de nacionalidad. Los hay turcos e irlandeses pero el kenyata es kenyata en todas partes, aún llevando encima un país con tantos problemas.

Nos contentaremos con decir que Kiprono Menjo y Vivian Cheruijot se hicieron con los dos trofeos, de los que brotó el agua fría. En los graderíos del estadio Teresa Rivero, las caras eran más largas al final.
En todo caso, fue Jomo Kenyata, que condujo al país a la independencia de los ingleses (de los que tomó lo aprovechable), el que puso la primera ceniza en la pista atlética que enseñó a los kenyatas a correr hacia la victoria. Murió en 1978 y yo mismo estuve en las exequias en Londres al lado del amigo común, el Dr. Schumacher.
Pero lo que nadie ha podido descubrir es de dónde viene el viento que empuja con tanta fuerza hacia el pódium a tantos kenyatas; ¿es que procede de las entrañas del volcán que le dio su nombre al país?. ¿ o se genera con el propio esfuerzo? . No hemos podido descifrar la incógnita. Si algún usuario lo averigua, favor enviar un e-mail a “Diáspora”. Le entreg
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